Una mañana del Oratorio, Don Bosco le reveló un secreto a Domingo Savio que causó un gran impacto en aquel joven santo.
– Domingo, ¿qué te pasa? ¿no te encuentras bien?
– Estoy haciendo la penitencia del ayuno, ¿quiere ayudarme?
– ¿Ayudarte a hacer qué?
– Usted dijo que el señor quiere que seamos santos, y yo quiero ser santo.
– A tu edad la penitencia del ayuno no es adecuada.
– Pero yo también lo hago por usted y por los otros.
– Sí, pero no hay que exagerar, justamente tú que siempre tienes hambre. Verás, aquí en Valdocco, ser santo consiste en estar siempre muy alegre. Domingo, ahí donde están tus hermanos, donde están tus sueños, tus aspiraciones; donde están tus deberes, donde está lo que amas, ahí, ahí es donde está tu punto de encuentro con Jesucristo. Puedes ser santo en todo lo que haces, si lo haces con el corazón.
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