Señor mío Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, te reconozco como mi Señor; te adoro y te proclamo «principio y fin de todo lo creado». Te suplico con humildad que renueves hoy en mí aquel misterioso testamento que hiciste sobre la cruz cuando dejaste a María como madre del apóstol Juan.
Hazme hoy a mí también hijo de tu Madre, y dame a tu Madre como madre día. Dame la gracia de poder pertenecer a ella como un hijo y de tenerla como madre durante toda mi vida. Santísima Virgen María, Abogada y Auxiliadora, yo (dices tu nombre) me confío del todo a tu bondad maternal.

Animado por este deseo, quiero imitar tus virtudes; te elijo hoy por madre mía y te suplico que me cuentes entre tus hijos. Te ofrezco el don de mí mismo, cuanto soy y cuanto tengo. Acoge mi buena voluntad y robustece en mí la confianza con la que hoy me ofrezco.
Que tu protección me asista todos los días de mi vida y en la hora de mi muerte para que al abandonar este valle de lágrimas pueda reunirme contigo y gozar en el Reino de tu Hijo querido. Amén.
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