Año 1864
Sueño 49
M.B. Vol. 7, pág. 551
El 14 de abril de 1864 habló Don Bosco de la siguiente manera a sus muchachos.
La noche del 3 de abril soñé que estaba en el balcón mirando a los alumnos que jugaban en el patio, cuando se pronto, apareció una gran cantidad de cuervos que se lanzaron contra los jóvenes para picotearlos. La escena que se ofreció a mi vista fue aterradora. A unos le picaban la lengua y se la hacían mil pedazos; a otro le daban picotazos en la frente y a aquel le desgarraban el corazón. Y lo más grave es que ninguno gritaba, ni se quejaba. Permanecían indiferentes, como insensibles, sin intentar siquiera defenderse. Y yo pensaba: «¿Será posible que éstos se dejen herir, sin lanzar siquiera un grito de dolor?».
Pero al rato sentí un clamor general, y después vi a los heridos que comenzaban a agitarse, que gritaban, se quejaban y se separaban los unos a los otros. Y me puse a pensar qué significaría todo aquello. Yo observaba atentamente a todos los heridos.
Y de pronto apareció un personaje con un vasito lleno de bálsamo o aceite bendito en una mano y se dedicó a curar las heridas de los jóvenes, las cuales apenas les aplicaban el aceite bendito quedaban curadas. Hubo, sin embargo, varios heridos que no quisieron acercarse a que les curaran sus heridas y no fueron curados. Esto me preocupó mucho y me propuse anotar sus nombres en un papel, pero apenas me disponía a escribir, se oyó un ruido y me desperté.
Hice un esfuerzo por retener en la memoria los nombres de los heridos y de los que no quisieron ir a que los curaran. Trataré de hablar con ellos y procuraré convencerlos para que obtengan ser curados de sus heridas.

Explicación
Don Bosco le daba mucha importancia a la confesión, a la Sagrada Comunión y a la penitencia. Probablemente le fue dado este mensaje para tratar de convencer a sus discípulos de que no se quedaran sin ser curados de las heridas que en el alma deja el pecado, sino que por medio del arrepentimiento, del buen propósito, de la confesión, de la penitencia y de la comunión, obtuvieran su sanación espiritual.
En la sagrada Biblia el aceite es señalado como remedio para curar heridas. El bálsamo es un aceite de oliva, mezclado con otras esencias vegetales.
Los que al principio permanecen indiferentes y no se quejan, pero luego empiezan a gritar y a desanimarse, son los que en el momento del pecado, no sienten casi remordimiento para cometerlo, pero después quedan con una muy profunda tristeza en el alma, por haber cometido la maldad, y haber ofendido a nuestro Señor.
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