Año 1863
Sueño 48
M.B. Vol. 7, pág. 470
El 13 de noviembre de 1863 habló Don Bosco así:
«Anoche tuve un sueño que les voy a contar».
Soñé que me encontraba en el patio con todos los alumnos que se entretenían en saltar, correr y hacer deporte. Salimos luego al campo a dar un paseo. De pronto llegamos a un potero y allí los jóvenes reanudaron sus juegos con gran entusiasmo.
Descubrí luego, allí cerca, un enorme hoy o pozo seco muy profundo. Me acerqué luego para examinarlo y para darme cuenta de que no hubiera allí ningún peligro para mis jóvenes, cuando vi en el fondo una horrible serpiente. Su grosor era mayor que el de un caballo, o mejor como el de un elefante y su enorme cuerpo estaba lleno de manchas amarillas. Me aparté de allí con horror.
Pero luego vi que un grupo de jóvenes se dedicaba a saltar por encima de aquel hoyo espantoso. Algunos eran tan pequeños y tan ágiles que lo saltaban y llegaban al otro lado sin ningún peligro. Pero otros de más edad y con el cuerpo más pesado, alcanzaban menor altura e iban a caer en la orilla del foso, y entonces la serpiente abría su espantosa boca y los mordía en los pies, o en una pierna o en el resto del cuerpo.
Y sin embargo, muchos imprudentes seguía saltando por encima del foso, y casi nunca quedaban sin recibir alguna grave herida.
Entonces un joven me dijo, señalando a un compañero:
– Mira, éste saltará una vez y lo hará mal. Saltará una segunda vez y quedará allá.
Yo sentía lástima al ver a tantos heridos, unos llagados en los pies, otros en los brazos, y muchos con el corazón desgarrado. Yo les iba preguntando:
– Pero ¿por qué exponerse al peligro saltando sobre el foso?
– Es que no imaginábamos que nos iba a suceder eso – me respondían –. No imaginábamos que nos iban a llegar estos males.
Pero huno uno que me llenó totalmente de tristeza: era el que me había señalado el joven. Saltó de nuevo y cayó dentro del hondo pozo. Después de unos instantes el monstruo lo lanzó hacia afuera y estaba negro como un carbón, pero aún no estaba muerto y seguía hablando. Los que estábamos allí lo contemplábamos espantados.

Explicación
Don Bosco les insistió en aquella frase del Libro de los Proverbios: «El que se expone al peligro, en él perece», y les recomendó tener mucho cuidado con las amistades peligrosas y con las lecturas impuras y con las ocasiones de pecar. Les repitió la frase de la Imitación de Cristo: «En llegando la ocasión, y en agradándote, caerás». Y aquella otra de san Bernardo: «En castidad triunfan los cobardes, los que huyen del peligro y de la ocasión, porque si nos exponemos al peligro, nuestras emociones pueden llegar a ser tan violentas que sean más fuertes que la voluntad y nos hagan caer en pecado».
Al explicarles lo de aquel que quedó negro como un carbón les recordó que no estaba todavía muerto. Que representaba a los que están en pecado mortal pero que con la confesión y la penitencia se puede recobrar otra vez la vida de la gracia.
Las heridas que se reciben pueden ser los pecados veniales que se cometen por exponerse a las ocasiones de pecar. El caer en el foso y ser víctima del monstruo, significa el caer en pecado mortal.
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