¡Oh, Señor y Dios mío! Animado por tu infinita bondad y por los continuos favores que otorgas a los que imploran tu misericordia y perdón, a ti acudo, Padre mío, Jesús Nazareno, para ofrecerte mis humildes obsequios y presentarte las necesidades de mi pobre alma.

Confieso que te he ofendido con grandes faltas, que he repetido sin cesar; pero ya arrepentido, las detesto de veras y propongo ayudado de tu gracia, enmendarme en lo venidero.
Movido, pues, de estos sentimientos, te ruego, ¡oh, mi buen Jesús!, que, por los dolores de tu Pasión, atiendas las súplicas que te dirijo, si son de tu agrado y de provecho para mi alma. Amén.
Descubre más desde Parroquia El Espíritu Santo
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.
