Alcánzame la virtud de la fortaleza

¡Oh, Santo adolescente Domingo Savio!, gloria de la Escuela Salesiana, que desde niño diste pruebas de constancia viril, predicando a Jesucristo con palabras y ejemplos, torturando tu inocente cuerpo con fuertes penitencias, exponiéndote al peligro para evitar el pecado.

Alcánzame de la Santísima Trinidad la virtud de la fortaleza, que me haga invulnerable a las burlas de los enemigos de la Iglesia, esforzado en propagar el santo nombre de Dios, intrépido en las tentaciones y digno de que Jesucristo me reconozca como suyo en la hora de la muerte. Amén.


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