Pide al Papa la aprobación de la Congregación

Fue el 23 de enero de 1869 cuando Don Bosco se presentó ante Pío IX, con quien se entretuvo durante una hora y media mientras le presentaba la idea de fundar una nueva Congregación.

El Padre Santo se mostró muy a favor de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, le prometió que haría por contentarlo y le aseguró  que todo acabaría bien. Se examinaron las dificultades que eran graves, y se estudió el modo de resolverlas. Eran complicadas, porque  sólo se quería conceder la aprobación definitiva de la Pía Sociedad de San Francisco, aplazando la aprobación de las reglas para tiempo más oportuno.

En cuanto a las reprobaciones, dijo al Papa que había procurado acomodarlas a las Constituciones por cuanto pudo. Hízole entonces una exposición de las que había insertado en los artículos y de las que había modificado ligeramente, dispuesto a someterse al juicio de Su Santidad. Y declaró la imposibilidad de actuar durante varios  años sobre algunas, singularmente las referentes a la hacienda material, porque la Sociedad no poseía rentas de calidad y vivía con las  limosnas de los fieles.

Pío IX examinó sus razones, convino confidencialmente con ciertas disposiciones que se hubieran podido suavizar, y le enseñó  la manera de regularse para poder obrar en conciencia, si llegara el caso.

Después de estas consoladoras palabras, añadió el Papa: «Demos un pasito cada vez; el que va despacio, va seguro. Cuando las cosas van bien, la Santa Sede suele añadir y no quitar».

En cuanto a los decretos de 1848 sobre la forma para ingresar en el noviciado y hacer la profesión religiosa, díjole el Padre Santo: «Empiécense a cumplir aquellas prescripciones por cuanto se pueda. Por lo demás os doy todas las facultades necesarias y oportunas».

Don Bosco pasó luego a otros temas: habló de las gestiones que pensaba iniciar con el Gobierno de Italia para la iglesia del Santo  Sudario, gestiones que, según preveía, serían largas y que, por tanto, se prestaban a tenerle en directa comunicación con el Ministerio, y  Pío IX aprobó.

En fin, después de haber pedido y obtenido para varias personas, le presentó el siguiente afectuoso saludo de los alumnos de sus institutos, rogándole les diera una bendición especial  y escribiera una frase de su propia mano al pie del mismo, como recuerdo precioso de su paternal bondad.

Beatísimo Padre:

Los alumnos del Oratorio de San Francisco de Sales de Turín, del colegio internado de Lanzo y del seminario menor de Mirabello,  representados por su Superior, se postran humildemente a los pies de Vuestra Santidad, suplicándole quiera, en un rasgo de su bondad,  recibir el modestísimo signo de su gran veneración al Vicario de Jesús, aceptando el óbolo que se atreven a ofrecer como dinero de San  Pedro. Tómelo como prenda de su inquebrantable adhesión al Supremo Jerarca de la Iglesia, añadiendo el máximo favor que ellos  suplican: su santa bendición.

El Papa lo leyó y después escribió:

Día 23 de enero de 1869

Dominus vos benedicat et dirigat vos in semitis suis (Que os bendiga el Señor y os dirija por sus caminos).

PIUS PP. IX


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