Acuérdate.

Acuérdate oh, Sagrado Corazón de Jesús, de todo lo que has hecho por salvar nuestras almas y no las dejaste perecer. Acuérdate del eterno e inmenso amor que has tenido por ellas; no rechaces estas almas que vienen a ti, agobiadas bajo el peso de sus miserias oprimidas bajo tantos dolores. Conmovidos de nuestra debilidad, de los peligros que nos rodean por todas partes, de los males que nos hacen suspirar y gemir.

Llenos de confianza y amor, venimos a tu Corazón, como el corazón del mejor de los padres, del más tierno y más compasivo amigo. Recíbenos, oh, Corazón Sagrado, en tu infinita ternura; haznos sentir los efectos de tu compasión y de nuestro amor; sé nuestro apoyo, nuestro mediador cerca de nuestro Padre, y en nombre de tu preciosa sangre y de sus méritos, concédenos la fuerza en nuestras debilidades, consuelo en nuestras penas, y la gracia de amarte en el tiempo y de poseerte en la eternidad.

Corazón de Jesús, yo vengo a ti porque eres mi único refugio, mi única pero cierta esperanza; tú eres el remedio de todos mis males, el alivio de todas mis miserias, la reparación de todas mis faltas, la seguridad de todas mis peticiones, la fuente infalible e inagotable para mí, y para todos la luz, fuerza, constancia, paz y bendición.

Estoy seguro de que no te cansarás de mí y que no cesarás de amarte, protegerme y ayudarme, porque me amas con un amor infinito.

Ten piedad de mí, según tu gran misericordia y haz de mí, por mí y en mí todo lo que quieras, porque yo me abandono en tu con una entera confianza de que tú no me abandonarás jamás. Amén.


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