Año 1834
Sueño 07
M.B. Vol. 1, pág. 310
«Cuando yo era joven soñé que había llegado a ser sacerdote y que revestido con los ornamentos sacerdotales trabajaba como sastre. Pero que no me dedicaba a coser telas nuevas sino a remendar vestidos ya rotos».

Con este sueño le informó el cielo que su oficio como educador sería no solo dedicarse a perfeccionar jovencitos ya santos, sino sobre todo a recoger muchachos emproblemados y llenos de defectos y de vicios y hacerlos buenos cristianos y honrados ciudadanos.
Uno de sus más famosos alumnos (Domingo Savio) le dirá más tarde: «Don Bosco: sea usted el sastre. Yo seré la tela. Haga con mi vida un buen vestido de santidad para Nuestro Señor». Y así sucedió.
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