Don Bosco compuso esta bendición de María Auxiliadora y fue aprobada por la Sagrada Congregación de Ritos el 18 de mayo de 1878.
Desde entonces, los Salesianos de Don Bosco han impartido esta bendición de María Auxiliadora en todos los lugares donde han estado. Don Bosco, al pedir la aprobación de esta bendición, indicaba al Papa León XIII, que se trataba de una bendición en la que se recogían plegarias marianas en uso entre el pueblo cristiano.
Bendecir es orar reconociendo e implorando la presencia de Dios y su acción sobre nosotros para que tengamos fuerzas para vivir como cristianos en toda ocasión. Otras veces la bendición tendrá un tono más de gratitud porque experimentamos que Dios está a nuestro lado.
La bendición no es un sacramento. Es una devoción loable de piedad cristiana. Puede bendecir el sacerdote ordenado y los diáconos. Pero, por no ser sacramento, lo puede hacer todo cristiano. En la familia, el padre y la madre son los más apropiados para bendecir a los hijos, a los que parten de viaje, a los que se enfrentan a una situación especial. También los niños pueden bendecir la mesa, a los que vienen a visitar la familia: «Doy gracias a Dios y te bendigo por tu presencia que nos alegra y reconforta».
Los devotos de María Auxiliadora pueden usar esta bendición de Don Bosco en sus encuentros y reuniones, en sus casas, aun cuando no haya un sacerdote.

La bendición.
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Que hizo el cielo y la tierra.
Dios te salve, María…
Llena eres de gracia, el Señor es contigo y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Bajo tu protección…
Nos acogemos, Santa Madre de Dios. No deseches nuestras súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh, Virgen gloriosa y bendita.
María, Auxilio de los cristianos.
Ruega por nosotros.
Señor, escucha nuestra oración.
Y llegue a ti nuestro clamor.
(Si el que dirige es presbítero o diácono, se añade lo siguiente)
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que, con la ayuda del Espíritu Santo preparaste el cuerpo y el alma de María, Virgen Madre, para ser digna morada de tu Hijo; al recordarla con alegría, líbranos, por su intercesión, de los males presentes y de la muerte eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y permanezca siempre.
Amén.
Redacción: Pablo Santiago. / Fotografía: Pablo Santiago