La batalla de Lepanto

El Siglo XVI estuvo marcado por las grandes guerras en Europa debido a la cero tolerancia que existía entre las religiones, especialmente hacia la Fe Católica. Los musulmanes invadían todo el territorio europeo imponiendo a cada lugar al que llegaban su religión y destruyendo, a su vez, todo aquello que fuese cristiano. Año con año invadían más ciudades y pueblos católicos, dejando muerte y destrucción a su paso y amenazando con invadir Roma. Fue el Papa Pío V, gran devoto de la Virgen María, quien promovió una alianza europea a la que se le llamó «Liga Santa», la cual estaba formada por: España, Venecia, Génova, Malta y los Estados Pontificios. Dicha liga se oficializó el 24 de mayo de 1571.

El domingo, 7 de octubre del mismo año se encontraron, en el Golfo de Lepanto cerca de la ciudad griega de Náfpaktos, el ejército católico y el musulmán. Los invasores tenían un ejército conformado por 88,000 soldados y 282 barcos; el ejército cristiano, bajo el mando de Juan de Austria, era bastante inferior en número. Antes de que la batalla diera inicio, los soldados católicos se confesaron, escucharon la Santa Misa, comulgaron y entonaron un canto a la Madre de Dios. Una vez terminados todos estos actos, se lanzaron a la batalla.

El inicio de aquella guerra se mostraba desfavorable para los cristianos, comenzaban a perder ya que el viento soplaba en dirección opuesta a ellos, lo que provocaba que sus barcos, que eran de vela, se detuvieran mientras que los de los invasores avanzaban con mayor fuerza. De repente, de manera admirable, el viento cambió drásticamente de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército católico empujándolos con fuerza en contra de sus enemigos. Los soldados atacaron con gran fuerza y, en poco tiempo, lograron derrotar completamente a los adversarios. Cabe mencionar que, mientras se llevaba a cabo la batalla, el Papa Pío V acompañado de miles de fieles, recorrían las calles de Roma rezando el Santo Rosario.

Los soldados cristianos concluyeron que la victoria obtenida en aquella guerra era gracias a la intervención de la Santísima Virgen María quien había ido en Auxilio de los Cristianos. El Papa Pío V, en agradecimiento a la Virgen María, decretó que desde ese año en adelante, cada 7 de octubre se celebrara la fiesta del Santo Rosario y que, además, en las Letanías se incluyera siempre la jaculatoria: «María Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros».

Redacción: Parroquia El Espíritu Santo. / Ilustración: Internet.