San Lucas,
Evangelista.
Nació en Antioquía, la gran ciudad del imperio romano en la que había una comunidad cristiana muy importante, a principios del siglo I. Sus padres no eran cristianos, eran paganos. Pero él, como conoció a algunos de los primeros discípulos de los apóstoles, se hizo cristiano enseguida, al parecer cuando aún era un joven despierto y lleno de ilusión por seguir al Maestro Jesús de Nazaret. Estudió medicina y comenzó a ejercerla entre sus paisanos.
Cuando pasó San Pablo por Antioquía, Lucas se convirtió en su acompañante. Fue con él hasta Jerusalén y después, una vez que apresaron a San Pablo, lo acompañó también en su viaje hasta roma y allí estuvo con él, ayudándole en todo, hasta su martirio.
Esta amistad y servicio que hizo con San Pablo le llevó a conocer a muchos de los primeros discípulos de los apóstoles. Así iba reconstruyendo todo sobre la vida de Jesús, de lo que Él decía, de los milagros que hizo, de sus andanzas por toda Galilea y Judea, las dos grandes regiones por donde Jesús pasó haciendo el bien. Y luego el mismo Lucas escribió dos libros sobre todo esto: el que conocemos como <<Evangelio según San Lucas>> y <<Libro de los Hechos de los Apóstoles>>. Los dos han pasado a la lista de los libros del Nuevo Testamento de la Biblia.
Cuando San Pablo murió como mártir en Roma, San Lucas volvió a las tierras de Oriente y allí predicó el Evangelio en las regiones de Dalmacia, más tarde pasó a la Galia (Francia), Italia y Macedonia. Siendo ya anciano, tendría unos 80 años, murió en Beocia, región de Grecia, a principios del siglo II. Años más tarde su cuerpo fue trasladado a Constantinopla y después a Padua en Italia. Aún se conservan allí sus restos y reciben muchas visitas de gente piadosa que quiere recordar con devoción al discípulo de San Pablo y evangelista del Señor Jesús.
Texto: Miguel Ángel Requena, O.P / Ilustración: Museo El Prado
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