Todos los de casa participaban del ansia que angustiaba a los Superiores. Los alumnos estudiantes y aprendices se turnaban por grupos, cada media hora, en la iglesia para pedir al Señor día y noche la curación de don Bosco.
Por su parte, él se encomendaba a los Salesianos más antiguos y a los Superiores, diciéndoles: «Rogad por mí. Decid a todos los Salesianos que recen por mí a fin de que muera en gracia de Dios. No deseo más que eso».
Texto: Parroquia El Espíritu Santo / Ilustración: Parroquia El Espíritu Santo
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