Mamá Margarita admiraba profundamente el trabajo que su hijo realizaba; el cómo ayudaba a los jóvenes más necesitados. Es por ello que, en el año de 1848, cuando Juan Bosco le pidió que le acompañase al Oratorio Festivo ella no lo dudó e inmediatamente aceptó la misión que le fue asignada: brindar un hogar a los chicos.
Tenía 58 años cuando abandonó la tranquilidad de su casita y su pueblo y se adentró en la misión de cuidar los muchachos pobres y abandonados de Turín. Junto a su hijo por casi diez años, fue parte vital de los inicios de la Congregación Salesiana y, sin saberlo, llegó a ser la cofundadora de los salesianos.
Margarita Occhiena era analfabeta pero estaba llena de una sabiduría que solamente podría venir desde lo alto, para poder ayudar a los niños de la calle y con la disposición de poner su vida al servicio de Dios, en la pobreza, la oración y el sacrificio.
Texto: Parroquia El Espíritu Santo / Ilustración: Parroquia El Espíritu Santo
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