Durante una homilía, Don Bosco narró una interesante historia.
Un joven, no mayor de 3 décadas pero con algunas marcas de la vida en su rostro ofrecía a la Virgen muchas oraciones, obras buenas y limosnas por doquier pero, se mantenía aferrado a ciertos pecados que parecía no quería soltar.
Una noche vio en un sueño que la Virgen Auxiliadora se le aparecía y le presentaba una bandeja con las más bellas y atrayentes frutas: manzanas, uvas, peras… todo un banquete; pero todas estaban cubiertas con el sucio trapo con el que se había limpiado las llagas un enfermo. La Auxiliadora decía: “Recibe las frutas y come“.
– “Señora, las frutas son muy hermosas” -respondió el joven- “pero el trapo con que están cubiertas es tan asqueroso, que no me atrevo a recibir esas frutas porque me vomitaría“.
-“Así son las ofrendas y oraciones que tú me ofreces” -respondió la Auxiliadora- “muy bellas y atrayentes, pero viene todas cubiertas con un trapo horrible. Esos pecados que sigues cometiendo y que no quieres dejar de cometer“.
Al día siguiente, el joven se despertó muy preocupado por este sueño, sin embargo, desde ese mismo día dejó las ocasiones de pecar y abandonó definitivamente esos pecados que tan antipática hacían su vida tanto para la Virgen Auxiliadora como para Nuestro Señor.
Texto: Parroquia El Espíritu Santo / Ilustración: Parroquia El Espíritu Santo
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