Era el año de 1872, Don Bosco se encontraba en la Catedral de San Siro, en Sampierdarena (Génova, Italia) donde celebró la Santa Misa en la que participaron una gran cantidad de feligreses y benefactores de la obra Salesiana. Como era tradición, el Padre Bosco dio una amena catequesis al terminar la Eucaristía y luego, las personas que lo habían escuchado, se acercaban a la sacristía para recibir la bendición el Santo y él le entregaba a cada uno una medallita de María Auxiliadora.
“Las medallitas que tenía en una pequeña bolsa eran muy pocas – relata uno de los presentes en aquel momento – y el milagro fue que todos pudieron recibirla, pese a que la bolsita que el secretario le dio a Don Bosco realmente tenía poquísimas”.
Texto: Parroquia El Espíritu Santo / Ilustración: Parroquia El Espíritu Santo
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