Don Bosco había profesado durante toda su vida una profunda devoción a la Virgen María. En los inicios de la obra salesiana, había acudido a la Inmaculada Concepción, sin embargo, para sorpresa de todos sus «hijos», después de veinte años de apostolado sacerdotal, un 8 de diciembre de 1862, hizo una afirmación contundente: «Hasta ahora hemos celebrado con solemnidad y pompa la fiesta de la Inmaculada, y en ese día comenzamos nuestras primeras obras de los Oratorios Festivos. Pero ahora la Virgen quiere que le honremos con el título de María Auxiliadora; los tiempos que corren son tan tristes que tenemos una necesidad profunda de que la Virgen Santísima nos ayude a conservar y a defender nuestra fe cristiana«.
Es a partir de ese momento que Don Bosco decide consagrar la Congregación Salesiana a María Auxiliadora y tomarla como patrona y protectora de todos sus hijos.
Texto: Parroquia El Espíritu Santo / Ilustración: Parroquia El Espíritu Santo
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