Hoy, el domingo siguiente a Pentecostés, celebramos a la Santísima Trinidad, es decir, creemos en un sólo Dios en tres personas.
No adoramos a tres dioses, sino a un único ser, que es trino (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y, sin embargo, es sólo uno. Sabemos que Dios es trino por Jesucristo: “Él, el Hijo, habla de su Padre del Cielo (Yo y el Padre somos uno. Juan 10, 30). Él ora al Padre y nos envía al Espíritu Santo, que es el amor del Padre y del Hijo. Por eso somos bautizados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28, 19); sin embargo, la Trinidad de Dios es un misterio que conocemos únicamente porque Jesús nos la ha revelado.
Dios es Padre porque es el Creador y cuida con amor a sus criaturas. Jesús, nos ha enseñado además a considerar a su Padre como nuestro Padre y a dirigirnos a Él como ‘Padre nuestro’.
Jesús de Nazaret es el Hijo, la segunda persona divina, a quien aludimos cuando rezamos: ‘El nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’.
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad, y es de la misma naturaleza del Padre y del Hijo.
Como puedes ver, resulta un poco confuso comprender esta doctrina, es por ello que debemos rezar para que, a través del Espíritu Santo, podamos aceptar, a través de la fe, el misterio de la Trinidad de Dios.
Texto: Parroquia El Espíritu Santo / Ilustración: Parroquia El Espíritu Santo
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