Día 26. Mis devotos no pueden condenarse fácilmente.
En 1849 un alumno de Don Bosco murió mientras el santo estaba fuera de la ciudad. Cuando Don Bosco fue a visitar a la familia todos le decían llorando que él jovencito había deseado mucho verlo antes de morir, porque era con el único que se atrevía a confesarse.
Don Bosco se pone a rezar junto al cadáver y llama al joven: “Carlos, Carlos”. El muerto abre los ojos. “¡Oh, Don Bosco!, me ha librado de caer en la condenación eterna. Soñé que iba ya a condenarme porque había dejado varios pecados sin confesar, por vergüenza. Y en el momento en que iba a caer al horno eterno, en medio de los demonios, sentía que la Virgen Santa me tomaba de la mano y me decía: ‘Mis devotos no pueden condenarse fácilmente? Y en ese instante usted me llamó por mi nombre”.
El joven hizo la confesión general de toda su vida, muy arrepentido. Luego Don Bosco, delante de todos los familiares le preguntó: “Carlos, ¿qué prefieres, seguir viviendo en esta tierra o ir al cielo?”.
El joven que estaba muy tranquilo por la absolución recibida del santo, le respondió: “Quiero irme al cielo”, y cerrando los ojos volvió a quedar muerto.
Rezar un Avemaría.
Florecilla del día escrita por Don Bosco.
¡Ánimo! Invoca a María Santísima y Ella resolverá tus dificultades.
Oración a María Auxiliadora.
Oh, María, Virgen Poderosa grande e ilustre defensora de la Iglesia, singular auxilio de los cristianos terrible como un ejército ordenado en batalla, Tú sola has triunfado en todas las herejías del mundo.
Oh, Madre, en nuestras angustias, en nuestras luchas, en nuestros apuros, líbranos del enemigo y en la hora de nuestra muerte, llévanos al Paraíso. Amén.
María, Auxiliadora de los Cristianos, ruega por nosotros.
Texto: Parroquia El Espíritu Santo / Ilustración: Parroquia El Espíritu Santo
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